Un lugar para meditar y reflexionar acerca de las cosas que diariamente nos afectan y nos tocan el alma. Todas las imágenes que mostraré son tomadas de la web, a la mayoría yo misma les coloco el mensaje, si alguna tiene derechos de autor, favor comunicármelo para eliminarla.
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domingo, 21 de agosto de 2011

PRODUCE PERLAS

En la parte interna de la concha de la ostra se encuentra una sustancia lustrosa llamada nácar. Cuando un grano de arena penetra, las células del Nácar comienzan a trabajar y cubren el grano de arena con capas y más capas, para proteger el cuerpo indefenso de la Ostra.
Las Perlas son productos del dolor; resultados de la entrada de una sustancia extraña o indeseable en el interior de la ostra, como un parásito o un grano de arena.
Como resultado, una linda perla se va formando. Una Ostra que no fue herida, de algún modo, no produce perlas, pues las perlas son heridas cicatrizadas... Las perlas son heridas ya curadas!!
Te has sentido herido por el engaño y rechazo de alguien que tu en verdad amabas...?

Te has sentido herido por palabras crueles o duras de alguien?

Tus ideas ya fueron rechazadas o mal interpretadas?

Ya sufriste los duros golpes del prejuicio?

Ya recibiste el intercambio de la indiferencia?
"Entonces produce una perla"
Cubre tus heridas con varias capas de amor. Infelizmente, son pocas las personas que se interesan por hacer esto.
La mayoría aprende sólo a cultivar resentimientos, dejando las heridas abiertas, alimentándolas con varios tipos de sentimientos pequeños y pensando solo en lo que sucedió o en la persona que te dejo o lastimó y, por lo tanto, no permitiendo que cicatricen.
Así, en la practica, lo que vemos son muchas “Ostras Vacías”, no porque no hayan sido heridas, sino porque no saben perdonar, comprender, dejar el pasado atrás y transformar el dolor en amor.
Una sonrisa, una mirada, un gesto, en la mayoría de veces, habla mas que mil palabras…

¡YA ES HORA! ¡EMPIEZA A PRODUCIR PERLAS EN TU VIDA!



EL ROBLE Y LA HIEDRA

Un hombre edificó su casa. Y la embelleció con un jardín interno. En el centro plantó un roble. Y el roble creció lentamente. Día a día echaba raíces y fortalecía su tallo, para convertirlo en tronco, capaz de resistir los vientos y las tormentas.

Junto a la pared de su casa plantó una hiedra y la hiedra comenzó a levantarse velozmente. Todos los días extendía sus tentáculos llenos de ventosas, y se iba alzando adherida a la pared.

Al cabo de un tiempo la hiedra caminaba sobre los tejados. El roble crecía silenciosa y lentamente.

- "¿Cómo estás, amigo roble?", preguntó una mañana la hiedra.

-" Bien, mi amiga" contestó el roble.

-" Eso dices porque nunca llegaste hasta esta altura ", agregó la hiedra con mucha ironía. "Desde aquí se ve todo tan distinto. A veces me da pena verte siempre allá en el fondo del patio".

-" No te burles, amiga", respondió muy humilde el roble. " Recuerda que lo importante no es crecer deprisa, sino con firmeza ".

Entonces la hiedra lanzó una carcajada burlona.

Y el tiempo siguió su marcha.

El roble creció con su ritmo firme y lento.

Las paredes de la casa envejecieron.

Una fuerte tormenta sacudió con un ciclón la casa y su jardín. Fue una noche terrible.

El roble se aferró con sus raíces para mantenerse erguido. La hiedra se aferró con sus ventosas al viejo muro para no ser derribada. La lucha fue dura y prolongada.

Al amanecer, el dueño de la casa recorrió su jardín, y vio que la hiedra había sido desprendida de la pared, y estaba enredada sobre sí misma, en el suelo, al pie del roble. Y el hombre arrancó la hiedra, y la quemó.

Mientras tanto el roble reflexionaba:

" Es mejor crecer sobre raíces propias y crear un tronco fuerte, que ganar altura con rapidez, colgados de la seguridad de otros. "



EL MAESTRO Y EL ALACRAN


Un maestro oriental que vio cómo un alacrán se estaba ahogando, decidió sacarlo del agua, pero cuando lo hizo, el alacrán lo picó.
Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, y el animal cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose. El maestro intentó sacarlo otra vez, y otra vez el alacrán lo picó.
Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo:
Perdone, ¡pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua lo picará?"

El maestro respondió:
"La naturaleza del alacrán es picar, y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar".

Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida.

No cambies tu naturaleza si alguien te hace daño; sólo toma precauciones


"No nos cansemos, pues, de hacer el bien, porque a su tiempo segaremos si no desmayamos"
Gálatas 6:9


LAS TRES REJAS

El joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa de este y le dijo:
-Maestro, un amigo suyo estuvo hablando de usted con malevolencia
-¡ Espera ¡ -lo interrumpió el filósofo-. ¿Ya hiciste pasa por las tres rejas lo que vas a contarme ?
- ¿Las tres rejas ?
-Sí. La primera es la reja de la verdad. ¿ Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
-No; lo oí comentar a unos vecinos.
-Entonces al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Esto que deseas decirme, ¿ es bueno para alguien ?
-No en realidad no. Al contrario…
-¡ Vaya ¡ La última reja es la necesidad. ¿ Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta ?
-A decir verdad, no.
-Entonces -dijo el sabio sonriendo-, si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido.


DIOS SABE LO QUE HACE


Se cuenta que en Inglaterra, había una pareja a la que le gustaba visitar las pequeñas tiendas del centro de Londres. Una de sus favoritas era la de antigüedades y en una de sus visitas encontraron una hermosa tacita.

-¿Me permite ver esa taza?, preguntó la Señora, ¡nunca he visto nada tan fino!

En cuanto tuvo en sus manos la taza, ésta comenzó a hablarle: Yo no siempre he sido esta taza que estás sosteniendo. Hace mucho tiempo yo era sólo un montón de barro sin forma. Mi creador me tomó entre sus manos y me amoldó cariñosamente. Llegó un momento en que me desesperé y le grité: Por favor, déjame en paz. Pero sólo me sonrió y me dijo: Aguanta un poco más, todavía no he terminado. Después me puso en un horno. Yo nunca había sentido tanto calor. Me pregunté por qué mi creador quería quemarme, así que toqué la puerta del horno y a través de la ventana del horno pude leer los labios de mi creador que me decía: Aguanta un poco más, todavía no he terminado.

Finalmente, mi creador me tomó y me puso en una repisa para que me enfriara. Así está mucho mejor, me dije a mí misma; pero apenas me había enfriado un poco, ya me estaba cepillando y pintando. El olor de la pintura era horrible. Sentía que me ahogaba. Por favor detente gritaba yo, pero mi creador sólo movía la cabeza haciendo un gesto negativo y decía: Aguanta un poco más, todavía no he terminado.

Por último dejó de pintarme, pero otra vez me metió a otro horno. No era un horno como el anterior, sino que era mucho más caliente. Estaba segura que me sofocaría y que acabaría rompiéndome en mil pedazos, le rogué y le imploré que me sacara, grité, lloré, pero mi creador sólo me miraba diciendo: Aguanta un poco más, todavía no he terminado. Después de una hora de haber salido del segundo horno, me dio un espejo y me dijo: Mírate, ésta eres tú.

Yo no podía creerlo, esa no podía ser yo. Lo que veía era realmente hermoso. Mi creador nuevamente me dijo: Yo sé que te dolió todo este proceso, pero si te hubiera dejado como estabas, sólo serías un trozo de barro seco. Sé que te causó mucho dolor, que los gases de la pintura te causaron mucha molestia, pero de no haberte pintado no tendrías color. Y si yo no te hubiera puesto en el segundo horno, no hubieras sobrevivido mucho tiempo, porque tu dureza no habría sido lo suficiente para resistir. Ahora eres un producto terminado, eres exactamente lo que tenía en mi mente cuando te comencé a formar.


“Dios sabe lo que está haciendo con cada uno de nosotros. Él es el artesano y nosotros somos el barro con el cual trabaja. Él nos amolda y nos da forma para que lleguemos a ser una pieza perfecta y podamos cumplir con Su voluntad” ROMANOS 8: 28 - 29